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19 junio 2017

En Jujuy ni siquiera cuidan las formas


El principal testigo contra Milagro Sala en el juicio del escrache se paseaba por la gobernación mientras estaba la CIDH

René “Cochinillo” Arellano estuvo en la gobernación de Jujuy mientras se encontraba en el mismo sitio la delegación de la Comisión Interamericana de DD.HH. En el juicio en el que fue condenada la dirigente de la Tupac Amaru dijo que no tenía vínculos con Morales.


Arellano en la puerta del despacho de Freddy Morales, secretario de la Gobernación y hermano de Gerardo. 




Desde San Salvador de Jujuy

El viernes a la mañana, el Cochinillo René Arellano apareció para mostrarse sin ningún tipo de reparo en el primer piso de la casa de Gobierno de Jujuy ante el despacho del poderoso Freddy Morales. Freddy Morales es hermano de Gerardo Morales y cajero y Secretario General de la Gobernación. El Cochinillo es el principal testigo contra Milagro Sala del juicio por el escrache con huevos por el que ella fue condenada en diciembre. En ese juicio se reveló que Cochinillo, además de testigo, era empleado de la gobernación. Por eso lo que llamó la atención no fue tanto su presencia en la Casa de Gobierno, sino la impunidad para mostrarse justo cuando la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) mantenía una reunión con el gobernador, pocos metros más adelante y para analizar la arbitrariedad de la detención de la dirigente social. La Sala IV de la Cámara de Casación Penal de la Nación debe responder antes del 30 de junio el pedido de nulidad y revocación del juicio de los huevos. “Su presencia en Casa de Gobierno es una demostración impúdica de su vínculo con Gerardo Morales”, dijo categórica Elizabeth Gómez Alcorta, defensora de Milagro Sala. 

El Cochinillo, de campera azul, pelo largo y constante estilo de relajo, permaneció esperando durante un rato largo en la puerta del despacho de Freddy Morales, con una pierna contra la pared. Cada tanto se lo vio caminar por el pasillo de la planta alta, una galería abierta sobre un patio central atravesado por senderos. Aunque la oficina de prensa de la gobernación está en la planta baja, un enorme grupo de periodistas esperaba en esa planta alta el cierre de la reunión con los integrantes de la CIDH. Desplegaron cámaras y equipos por el pasillo mientras esperaban una conferencia de prensa. Pasó el diputado radical Ramiro Tizón, una vez de ida y otra de vuelta. Adentro, Gerardo Morales defendía el sistema de su justicia ante el presidente de la CIDH, Francisco Eguiguren. En la lista de ejemplos que desplegó para mostrar qué la prisión de Sala no es arbitraria porque al menos tiene una condena, recordó que hubo jueces que la condenaron en diciembre por el escrache de huevos, una cámara que confirmó la condena y una revisión del Superior Tribunal de Justicia sobre el caso, según lo que dijo mas tarde el fiscal de la provincia. Nadie sabe si Morales también les contó que el principal testigo del juicio –presentado en la causa por su abogado– en ese mismo momento pululaba por un pasillo de la gobernación. Tampoco nadie sabe si les dijo que lo primero que hizo al asumir su mandato fue ampliar el número de integrantes del Superior Tribunal de Justicia, de cinco a nueve y hacer jurar en los cargos a dos diputados radicales que recién acababan de votar la ampliación. Y que la nueva mayoría automática movió y reubicó a jueces a cargo del proceso contra Milagro Sala, como el caso de Gastón Mercau, padre de los nietos de la presidente del STJ Clara “Titina” Langhe de Falcone, antigua diputada radical. Lo que sí se sabe es que cuando terminó el encuentro con la CIDH, Cochinillo había huido del edificio alterado por el primer plano que buscó una cámara para capturarlo. 

Su nombre fue uno de los ejes centrales del alegato de las defensas en la audiencia que se hizo ante la Sala IV de Casación, que debe revisar la condena. Gómez Alcorta describió ocho mentiras y contradicciones de su declaración en el juicio oral. En Jujuy, Cochinillo había dicho que se reunió dos veces en la casa de Milagro. Que ella lo mandó a participar de un escrache a Morales y pegarle una piña. Que no fue. Y que desde entonces vivió amenazado. Que quiso iniciar una causa penal, pero ningún juez la tomó. Que vivió sin trabajo, encerrado y muerto de miedo. También explicó que su ingreso a esta causa fue porque se topó de casualidad en la Legislatura de Jujuy con el apoderado de Morales, Luciano Rivas. En la audiencia en Casación, Gomez Alcorta explicó que Cochinillo no conoció a Rivas de casualidad. Recordó que Cristina Chauque, esposa de Arellano y testigo del juicio, dijo que lo contactaron a través del actual embajador en Bolivia, Miguel “Chiqui” Alvarez García. La abogada señaló que mintió, además, cuando dijo no haber hablado con Rivas o Alvarez García antes de la declaración, porque sí lo hizo. Que mintió cuando dijo que no tenía trabajo porque su esposa dijo que era dueño de un lavadero y tenía cooperativa. Que mintió cuando dijo que no quisieron tomarle la denuncia, porque se hizo una investigación que no pudo probar su denuncia. Que mintió cuando dijo que vivía amenazado, porque la policía que lo custodiaba huyó al entender que no podía controlarlo luego de declararlo como una persona violenta y que iba armado. Y que mintió cuando dijo que no había trabajado ni trabajaba para el gobierno: un Nosis obtenido durante el juicio oral y confirmado por la gobernación describió que en 2016 era empleado de la Unidad Ejecutora y Coordinadora de Planes y Programas Interministeriales de la administración radical. 

“Mintió”, dijo en aquella audiencia Gómez Alcorta. “¿Pero cómo lo salvó el Tribunal? Diciendo que su palabra tenía valor con otras pruebas glosadas en la causa”. Arellano, agregó, es “un testigo preparado”. “Lo que es flagrante es la parcialidad del Tribunal para valorar la prueba de cargo contra Milagro Sala y es también una grave violación a las garantías procesales”. 

Freddy Morales suele estar en su despacho. El periodista Horacio Verbitsky lo presentó el 29 de enero en las páginas de este diario como el “poderoso secretario general de la provincia”, “hombre fuerte” del gobierno de su hermano y quien en 2011 compró con un grupo de once legisladores 150 hectáreas al banco de Jujuy por 720 mil pesos que vendieron tres meses después a 30 millones a un programa de vivienda al estado provincial. Aquel caso mostró otra parte del cuadro que explica de qué se habla cuando se habla de la suma del poder en manos de un gobernador. En aquella operación de 2011 actuó como intermediario el yerno de la presidenta del Superior Tribunal de Justicia, el contador Luis Miguel Jiménez, más tarde nombrado por Gerardo Morales como secretario de egresos públicos de la provincia. Los viejos periodistas locales conocen a Freddy como el cajero de su hermano, el hombre que maneja la relación con el territorio, que contrariamente a lo prometido en campaña, se mueve con la lógica de los punteros. Dicen que eso explica la presencia del Cochinillo en la puerta del despacho. Más allá de los nombres técnicos de su cargo, es por lo menos uno de los hombres de los hermanos Morales que se encarga de conchabar y manejar con libre albedrío planes y programas para el enorme universo de desformalizados sin red luego del desmantelamiento de la Tupac Amaru.

https://www.pagina12.com.ar/45038-en-jujuy-ni-siquiera-cuidan-las-formas

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